La Iglesia pretende imbuir en la mente de las personas la demencial idea de que toda la humanidad, miles de millones de personas, tanto las ya nacidas como las que están por nacer en los siglos venideros, hagan lo que hagan están irremediablemente condenadas desde el preciso instante de su concepción debido a una supuesta desobedencia cometida por los que el dogma considera que fueron los primeros seres humanos: Adán y Eva.
Lo que pretenden hacernos creer este hatajo de asesinos, torturadores y violadores, es que por un miserable fruto, la humanidad entera está condenada a sufrir toda clase de calamidades durante toda su existencia. La doctrina religiosa dice que Dios es omnipotente, omnisciente e infinitamente bueno y misericordioso. Pues bien, según el dogma del pecado original resulta que Dios es infinitamente vanidoso y rencoroso por castigar tan desproporcionadamente el hecho de comer una miserable manzana. Esta es una más de las innumerables contradicciones a las que nos tiene acostumbrados la religión: Dios es infinitamente bueno y misericordioso pero a la vez infinitamente vanidoso, rencoroso e injusto. Demencial, como todo lo que tiene que ver con la religión.