La Iglesia pretende difundir la demencial idea de que los ateos son seres inmorales, abyectos y malvados por naturaleza, fomentando así el odio, la violencia y el recelo hacia este grupo de personas, simplemente porque piensan de forma diferente.
De igual modo la Iglesia históricamente ha promovido la violencia, el odio y la segregación entre grupos de personas que profesan distintas confesiones, empleando la religión como una herramienta para enfrentar y crear conflictos entre las personas; así la Iglesia durante siglos se ha enfrascado en brutales persecuciones contra protestantes, judíos, musulmanes, etc.
Queda claro que la religión, lejos de ser un elemento que favorezca la paz y la armonía entre las personas, no es más que una herramienta de la que se valen las élites para saciar su ilimitada ansia de poder y riquezas. La religión es la industria diseñada expresamente con la finalidad de ampliar las esferas de poder de una reducida élite dirigente. Es un negocio muy lucrativo para la Iglesia y su opulenta jerarquía. La mayor obra de ingeniería social ideada por la mente humana en toda la historia de la humanidad.